En un mundo cada vez más digitalizado, bajo la influencia de una fuerte presión social y de grupo, los padres a menudo se sienten obligados a dar un smartphone a sus hijos. Por eso, ser padre y tomar las decisiones correctas sobre si dar o no un smartphone a nuestros hijos es todo un reto. En este post, exploraremos varias de las razones más comunes por las que los padres pueden ceder.
Los 10 motivos principales:
1. La presión de los padres
“¿Cuándo les vas a regalar un teléfono a tus hijos?”
La pregunta siempre es “¿cuándo?” vas a regalar un teléfono a tus hijos, y nunca “¿vas a regalar un teléfono a tus hijos?”. A la hora de tomar decisiones, los padres suelen sentirse presionados por otros padres para ajustarse a las opciones de crianza populares. Al igual que a nuestros hijos, a nosotros también nos gusta ser como los demás y encajar en la multitud. Por eso puede ser difícil resistirse al deseo de encajar y ajustarse a las expectativas.
Lo que debemos recordar es que cada familia y cada niño son diferentes. Como resultado, debemos tomar decisiones de crianza basadas en nuestros propios valores, creencias y necesidades de los niños.
2. Hacer felices a nuestros hijos
“Cuando tu hijo te suplica un teléfono, lo único que quieres es hacerle feliz”
Como padres, queremos a nuestros hijos. Sentimos una gran empatía por ellos y, en última instancia, sólo queremos verlos felices. Ver a nuestros hijos enfadados, sintiéndose excluidos o no encajando con sus compañeros puede nublar nuestro juicio. Lo único que queremos es ceder y darles un teléfono, sobre todo cuando nos piden que se lo den. Es habitual que nuestras emociones tomen las riendas y anulen otras consideraciones.
Regalar un smartphone a nuestros hijos puede parecer una buena solución a corto plazo para apaciguarlos. Pero, a largo plazo, puede ser perjudicial para su felicidad y bienestar. De hecho, numerosos estudios han demostrado una correlación negativa entre el uso de teléfonos inteligentes y la salud mental de los jóvenes.
Debemos reconocer cuándo la empatía nos está haciendo tomar malas decisiones. En general, cuidar de la felicidad y el bienestar de tus hijos puede pasar por no darles un smartphone.
3. No miramos otras opciones
“A veces hay que pensar fuera de la caja e investigar otras opciones”
Las prácticas comunes se convierten en algo tan central en nuestra forma de vida que dejamos de pensar en las razones que hay detrás de ellas. Por ejemplo, en lugar de considerar otras soluciones al problema de comunicar y localizar a nuestro hijo sobre la marcha, sólo pensamos en configurar un smartphone con control parental. Detente un momento. Porque rara vez nos planteamos si deberíamos darle un smartphone a nuestro hijo. El hecho de que dar un smartphone a los niños sea lo que se hace hoy en día no significa que haya que hacerlo.
Buscar otras soluciones, como un smartwatch, un dispositivo de seguimiento o un teléfono básico, por poner algunos ejemplos, puede adaptarse mejor a las necesidades de tu hijo.
4. Discutir con nuestros hijos es demasiado agotador
“Discutir con los hijos es simplemente agotador, ceder es más fácil”
Por mucho que queramos a nuestros hijos, hay que reconocer que, a veces, pueden resultar un poco agotadores. Defender nuestras decisiones, intentar hacer lo correcto y dar contraargumentos a sus siempre insistentes demandas son actividades agotadoras. Cuando estamos cansados, sólo queremos una solución rápida, lo que a menudo da lugar a malas decisiones. No te precipites. En lugar de eso, tómate un respiro, da un paso atrás y sopesa adecuadamente tus opciones.
5. Queremos encajar: darles smartphones a los niños es la “norma”
“Todo el mundo da teléfonos a sus hijos. Es la norma”
En nuestra era digital, dar un smartphone a los niños es un comportamiento socialmente aceptado. Podría decirse que es casi un comportamiento esperado una vez que alcanzan cierta edad o nivel de independencia. Seguir esta mentalidad de rebaño es una tendencia natural. Los humanos han evolucionado para aprender a copiar a los demás como una habilidad de supervivencia: si no seguías al grupo más grande, tendrías que buscar comida solo.
Pero los tiempos han cambiado. Ya no vivimos en la Edad Media. Si la multitud va en la dirección equivocada, no tenemos por qué seguirla. Podemos decir “no” a tendencias culturales que podrían ser perjudiciales para nuestros hijos. Como les dirías a tus hijos, ¿te tirarías de un puente si tus amigos te lo pidieran? El mismo principio se aplica a la compra de smartphones para los niños. No tenemos por qué ceder a las presiones sociales regalándole un smartphone a nuestro hijo.
6. Información engañosa y sesgo de anclaje
“Los niños son digitalmente maduros a los trece años porque a esa edad pueden registrarse en las redes sociales”
El sesgo de anclaje es cuando lo que escuchamos primero influye en nuestras decisiones. En otras palabras, consiste en utilizar la información inicial que recibimos sobre un tema determinado para emitir juicios. Esto ocurre a menudo durante la toma de decisiones, cuando decidimos basándonos en la primera impresión que tenemos de algo. Incluso si recibimos una primera impresión incorrecta. Nuestro cerebro no quiere gastar energía para enfrentarse a nuestros prejuicios y cambiarlos. Así que, por defecto, nos quedamos con el primer mensaje que recibimos sobre un tema determinado.
Existe un mito muy extendido sobre los 13 años que demuestra el sesgo de anclaje y que dice así. Muchos padres creen que los 13 años es la edad ideal para tener un smartphone. Vemos muchos sitios web de redes sociales con 13 años como edad mínima. Por tanto, se nos hace creer que los niños de 13 años están preparados para entrar en el mundo digital.
Este ejemplo pone de relieve los peligros del sesgo de anclaje y cómo debemos pensar dos veces la información que recibimos y cómo influye en nuestro estilo de crianza.
7. Miedo a asumir la batalla
“Esta batalla es demasiado grande, no puedo librarla”
Como padres, a menudo nos enfrentamos a decisiones difíciles tratando de resolver qué es lo mejor para nuestros hijos y debemos elegir sabiamente nuestras batallas. Pero no todas las decisiones de los padres tienen el mismo peso. Algunas cosas pueden negociarse, y podemos dar a nuestros hijos más independencia en el peinado, el uso del maquillaje, la decoración de la habitación o el toque de queda. Mientras que otras no son negociables, como permitir que nuestros hijos participen en actividades ilegales y peligrosas. Las actividades inapropiadas en los teléfonos y los peligros de estar en línea pueden causar lesiones a largo plazo. Debemos establecer prioridades. Determinar por qué merece la pena seguir luchando.
8. Negación de los posibles peligros
“Mis hijos estarán bien, nunca harían…”
Nos negamos a creer que algo malo pueda ocurrirles a nuestros hijos. Es una idea horrible, así que optamos por ignorar la realidad. El optimismo es importante, nos hace seguir adelante en situaciones difíciles. Pero a la hora de educar a los hijos, vivir en la negación es peligroso. En el otro extremo del espectro, actuar por miedo es igual de peligroso. Es crucial encontrar un equilibrio entre estos dos extremos: proteger a nuestros hijos del mundo o ignorar cualquier peligro potencial.
En particular, los peligros en línea son especialmente amenazadores para los niños debido a su inmadurez. Es esencial que nos aseguremos de que somos conscientes de los diferentes peligros y anticipemos adecuadamente cómo podemos proteger mejor a nuestros hijos.
9. Asumir que nuestros hijos tienen nuestros valores
“Mis hijos saben más, porque son mis hijos”
Muchos de nosotros asumimos que nuestros hijos han heredado nuestros valores y que saben distinguir el bien del mal simplemente porque son nuestros hijos. Pero no es así.
Hay que ser realistas: nuestros hijos aún están desarrollando su capacidad de juicio y de toma de decisiones. Los niños son niños. Es natural que hagan tonterías, cometan errores y (esperemos) aprendan de ellos. Estos errores son una parte fundamental del crecimiento. A pesar de todas las advertencias, los niños cometen errores. A menudo carecen de la experiencia suficiente para saber lo que hacen o para pensar en las consecuencias de una determinada decisión. Sus cerebros, en particular su corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de tomar decisiones, no están completamente desarrollados.
Así que debemos hacer todo lo posible por protegerles y esforzarnos activamente por enseñar y reforzar nuestros valores a nuestros hijos.
10.Empatía de los padres hacia nuestros hijos
“Me siento mal si mi hijo no es popular en el colegio”
Es natural que los padres quieran que sus hijos encajen y sean populares tanto dentro como fuera del aula. Tal vez sea porque recordamos lo que se siente al ser excluido y queremos proteger a nuestros hijos de esa sensación. Sin embargo, presionar a nuestros hijos para que encajen y sean populares puede ser perjudicial para su salud mental. Debemos resistirnos a revivir nuestra infancia a través de nuestros hijos. En su lugar, centrarnos en fomentar una autoestima sana y la capacidad de recuperación de nuestros hijos puede permitirles atravesar la infancia con mayor confianza.
Conclusión
En general, algunas de las razones más comunes por las que los padres ceden y regalan smartphones a sus hijos pueden resumirse en la presión de los padres y de la sociedad en general, la empatía y el deseo de hacer felices a nuestros hijos, y la falta de conocimiento de otras posibles soluciones.