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El poder de los juegos tradicionales: cómo potencian el aprendizaje y desarrollo de niños y adolescentes

En un mundo cada vez más digital, los juegos tradicionales y de mesa resurgen como una herramienta educativa clave para el desarrollo cognitivo, emocional y social de niños y adolescentes. Tal como señala Nacho Meneses en su artículo publicado en El País, estos juegos no solo entretienen, sino que también fomentan habilidades esenciales como la atención, la memoria, la resolución de problemas y la función ejecutiva.

Beneficios del juego no digital

Los juegos tradicionales ayudan a los niños a trabajar destrezas esenciales que los dispositivos electrónicos no pueden reemplazar. Juegos como el Tres en Raya, las cartas, el ajedrez, entre otros, enseñan planificación, estrategia y control emocional. Además, fomentan el clima de confianza entre padres e hijos, indispensable para abordar temas más complejos en la adolescencia.

Por su parte, los juegos cooperativos permiten a los niños experimentar emociones como la frustración y aprender estrategias para regularlas. Esta capacidad de autorregulación es fundamental para su bienestar emocional y desarrollo social.

Juegos recomendados según la edad

  • De 0 a 3 años: mantas sensoriales, encajables y pelotas blandas para trabajar la psicomotricidad.
  • De 3 a 6 años: puzzles, manualidades y juegos simbólicos como disfraces de animales o profesiones.
  • A partir de 6 años: juegos de reglas como el Parchís y los dados para fomentar la integración social.
  • Adolescentes: juegos estratégicos como el ajedrez, el Catán o simulaciones históricas como España 1936 para desarrollar pensamiento crítico y toma de decisiones.

El valor educativo en las aulas

Los juegos de mesa también son recursos valiosos para docentes, como señala Juan Carlos Ruiz, experto en Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ). Introducir dinámicas de juego en clase no solo motiva a los estudiantes, sino que también refuerza conceptos y habilidades sociales en un entorno divertido y participativo.

Un ejemplo destacado es Catán Energías, que incorpora la sostenibilidad y el cambio climático en su dinámica, enseñando a los jugadores la importancia de las energías renovables y la gestión responsable de recursos.

El juego como herramienta de salud mental

Álava subraya que jugar también es protector de la salud mental infantil. Durante el juego, los niños procesan emociones y situaciones de su vida diaria que aún no pueden expresar verbalmente. Esto convierte al juego en un vehículo para el aprendizaje emocional y la resiliencia.

Conclusión

El juego tradicional, lejos de ser una simple actividad lúdica, se posiciona como una herramienta educativa esencial en el desarrollo cognitivo, social y emocional de niños y adolescentes. Desde el hogar hasta el aula, estos juegos fomentan la creatividad, la autonomía y el aprendizaje colaborativo, al tiempo que fortalecen los vínculos familiares y promueven un entorno de confianza. En una sociedad cada vez más digitalizada, reivindicar estos espacios de juego no solo es una apuesta por la educación, sino también por el bienestar emocional y la formación integral de las nuevas generaciones.

Por último, es importante destacar que debemos encontrar un equilibrio que permita disfrutar de los beneficios de la tecnología sin comprometer el aprendizaje y la conexión emocional que ofrece el juego analógico. De hecho, para quienes buscan soluciones responsables en el uso de la tecnología, un reloj inteligente con GPS y llamadas se presenta como una alternativa ideal al móvil. Este dispositivo ofrece una forma segura de mantener a los niños conectados con sus padres, evitando la exposición prematura a los riesgos del mundo digital.