La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha actualizado sus recomendaciones sobre el uso de pantallas por parte de los niños, ampliando el rango de edad en el que se aconseja evitar completamente su exposición. Este cambio, destacado en un artículo de Patricia Martín para El Periódico, se alinea con las conclusiones de un comité de expertos convocado por el Gobierno, subrayando la importancia de proteger el desarrollo infantil frente a los riesgos del mundo digital.
Principales recomendaciones de la AEP:
- De 0 a 6 años:
- Evitar el uso de pantallas: los pediatras afirman que “no existe un tiempo seguro” para esta franja de edad.
- Excepciones supervisadas: uso puntual para actividades sociales, como escuchar cuentos o canciones mediante dispositivos.
- Impacto en el neurodesarrollo: estudios recientes alertan de problemas en la autorregulación emocional si las pantallas se utilizan como distracción constante.
- De 7 a 12 años:
- Tiempo máximo: menos de una hora diaria, incluyendo el tiempo dedicado a deberes escolares.
- Límites claros: establecer acuerdos sobre el tiempo de uso y los contenidos apropiados para su edad.
- Actividades alternativas: fomentar el ejercicio físico, lectura, y el tiempo de calidad en familia.
- De 13 a 16 años:
- Uso moderado: no más de dos horas diarias, priorizando móviles sin acceso a internet para retrasar la exposición a redes sociales y otras distracciones digitales.
- Evitar la multitarea: los adolescentes deben evitar combinar pantallas con actividades como el estudio, dado el impacto negativo en la atención y la memoria.
Factores de riesgo del uso excesivo de pantallas:
La AEP destaca dos áreas clave de impacto relacionadas con el uso de dispositivos digitales:
- Impacto en la infancia temprana:
- El uso de móviles para calmar rabietas o distraer a niños de 1 a 4 años genera dependencia emocional hacia los dispositivos.
- Los niños expuestos rutinariamente a pantallas desarrollan menos estrategias de autogestión emocional, lo que podría derivar en dificultades de autorregulación en el futuro.
- Efectos en la adolescencia:
- Interferencia en el desarrollo cerebral:
- Exposición prolongada a pantallas aumenta la activación del sistema límbico, relacionado con recompensas inmediatas, mientras reduce la actividad de la corteza frontal, que controla la toma de decisiones y la memoria de trabajo.
- Peores resultados académicos: la multitarea digital afecta la capacidad de filtrar distracciones, disminuyendo la concentración y el rendimiento escolar.
- Riesgos emocionales: los adolescentes con mayor tiempo frente a pantallas muestran una mayor incidencia de ansiedad, impulsividad y falta de habilidades sociales.
- Interferencia en el desarrollo cerebral:
La Influencia de los padres:
Los pediatras también hacen un llamado a los padres, señalando que el uso excesivo de dispositivos digitales por parte de los adultos puede afectar negativamente a los niños. Los estudios demuestran que la falta de atención paterna fomenta comportamientos disruptivos en los pequeños, como rabietas o demandas constantes de atención.
Por ello, los especialistas recomiendan:
- Dedicar tiempo de calidad a actividades no digitales con los niños.
- Ser un ejemplo positivo en el uso moderado de dispositivos.
- Establecer zonas libres de pantallas, como las horas de comida o antes de dormir.
Alternativas responsables para reducir la exposición digital
Es importante destacar que debemos encontrar un equilibrio que permita aprovechar los beneficios de la tecnología sin comprometer el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. En este sentido, dispositivos como relojes con GPS y llamadas representan una alternativa ideal al móvil, ya que permiten a los niños mantenerse conectados con sus padres de forma segura. Estos dispositivos reducen la exposición prematura a los riesgos del mundo digital, priorizando la comunicación familiar sin depender de un acceso completo a internet.
El papel de las administraciones y el sistema educativo:
La AEP insiste en que no solo los padres deben tomar medidas, sino que las administraciones públicas y los centros educativos también tienen un rol clave. Proponen:
- Programas de alfabetización digital para enseñar a niños y adolescentes un uso responsable de la tecnología.
- Políticas que limiten la exposición a pantallas en las escuelas, especialmente en edades tempranas.
- Campañas de concienciación sobre los riesgos del abuso de dispositivos digitales.
Conclusión:
El uso de pantallas es una realidad inevitable en el mundo actual, pero la evidencia científica refuerza la importancia de establecer límites claros para proteger el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños y adolescentes. Los padres, educadores y gobiernos deben trabajar conjuntamente para fomentar un entorno digital saludable y seguro. Adoptar hábitos digitales responsables no solo ayuda a prevenir problemas a corto plazo, como la falta de atención, sino que también protege habilidades esenciales como la autorregulación emocional y el rendimiento académico. En última instancia, enseñar a los niños a usar la tecnología de forma consciente es una inversión en su bienestar y desarrollo futuro.