A veces los niños se comparan con otros como una forma de comprender su entorno y a sí mismos, pero cuando esta tendencia es frecuente, puede afectar su autoestima y seguridad. Los padres juegan un rol clave en enseñarles a enfocarse en su propio progreso y logros. A continuación, presentamos estrategias prácticas para ayudar a tu hijo/a a valorar su individualidad y fortalecer su autoconfianza.
1. Refuerza sus habilidades y logros únicos
Cada niño o niña tiene talentos, habilidades y cualidades que lo hacen especial. Sin embargo, no siempre se dan cuenta de ello si no tienen quien se los señale de manera positiva y concreta.
Cómo hacerlo:
- Evita los elogios generales como “qué bien lo has hecho” y opta por comentarios específicos.
- Centra tu atención en aquello que hace bien, sin compararlo con nadie más.
Ejemplos prácticos:
- “Eres muy bueno en construir bloques y armar estructuras complejas. Me encanta cómo piensas antes de colocar cada pieza.”
- “Me he dado cuenta de que tienes una gran paciencia para resolver rompecabezas. Eso es una habilidad valiosa.”
- “Tienes una imaginación increíble cuando dibujas. Cada vez creas personajes más originales.”
Por qué funciona:
Esto permite que el niño reconozca sus capacidades como propias, sin depender de lo que otros hagan o logren. Le enseñas a construir su autoestima desde su esfuerzo personal y sus logros reales.
2. Enseña la importancia del esfuerzo sobre los resultados
Valorar el proceso más que el resultado es una de las enseñanzas más importantes que podemos ofrecer. Los niños aprenden que lo que cuenta es intentarlo, aprender y mejorar, no necesariamente ser el mejor.
Cómo aplicarlo:
- Reconoce su esfuerzo, perseverancia y actitud, en lugar del resultado final.
- Evita frases como “ganaste” o “perdiste” y cámbialas por “aprendiste” o “mejoraste”.
Ejemplos concretos:
- “Estoy orgulloso/a de que hayas seguido intentándolo, aunque fuera difícil.”
- “Lo importante es que te atreviste a probar algo nuevo. Eso ya es un gran paso.”
- “¿Te diste cuenta de cómo has mejorado desde la última vez? Eso es lo que realmente cuenta.”
Caso real:
Laura, mamá de Mateo (7 años), notó que su hijo se frustraba mucho porque sus dibujos no eran tan “bonitos” como los de sus compañeros. Comenzó a felicitarle por los detalles que añadía, su esfuerzo al elegir los colores y su constancia al terminar cada dibujo. Poco a poco, Mateo dejó de compararse y empezó a disfrutar más de dibujar.
3. Evita las comparaciones y crea un entorno positivo
Aunque muchas veces lo hacemos sin querer, las comparaciones, incluso las bienintencionadas, alimentan la inseguridad y refuerzan la idea de que el valor personal se mide en relación a los demás.
Cómo evitarlo:
- Sustituye las comparaciones por observaciones sobre su propio progreso.
- Evita hacer comentarios como “mira qué rápido lo hizo tu amigo” o “tu hermano ya lo consiguió”.
Alternativas prácticas:
- “Veo que cada vez te esfuerzas más en ordenar tus juguetes. ¡Eso está genial!”
- “Me encanta cómo pensaste una nueva forma de resolverlo.”
- “Antes te costaba mucho, y ahora lo haces mucho mejor. ¡Bravo!”
Tip extra:
Crea en casa un ambiente de colaboración, no de competencia. Evita premiar solo al que “gana” o lo hace “mejor” y reconoce la participación, las ideas nuevas o el trabajo en equipo.
4. Recuérdale que todos avanzamos a nuestro propio ritmo
Uno de los mayores desafíos para los niños es aceptar que no todos aprenden o logran cosas al mismo tiempo. Validar esta idea les ayuda a sentirse bien consigo mismos y a respetar su proceso.
Cómo transmitirlo:
- Hazle ver que cada persona tiene su ritmo en diferentes áreas.
- Evita transmitir urgencia o presión comparativa.
Frases que puedes usar:
- “Cada persona aprende y mejora a su propio ritmo. Lo importante es seguir avanzando.”
- “Algunas cosas las aprenderás más rápido y otras más despacio, y eso está bien.”
- “Lo que importa no es ser el primero, sino no rendirse.”
Ejemplo de la vida real:
Sofía, madre de Nico, un niño de 9 años, solía decirle constantemente que debía leer tan rápido como su hermana mayor. Como resultado, Nico comenzó a odiar la lectura. Sin embargo, cuando su madre cambió de actitud y empezó a decirle frases como: “Lo haces de maravilla, cada día lees mejor”, Nico se sintió motivado a leer sin compararse con nadie.
5. Modela una actitud positiva hacia las diferencias
Nuestros hijos e hijas aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos. Si nos ven aceptarnos, valorar nuestras diferencias y no obsesionarnos con competir o compararnos, ellos también lo aprenderán.
Cómo hacerlo:
- Comparte con tu hijo/a historias personales de aceptación y aprendizaje.
- Evita hablar mal de ti mismo/a o de otros por sus resultados o habilidades.
Ejemplos que puedes compartir:
- “Cuando era niña, me costaba mucho aprender matemáticas, pero fui avanzando poco a poco.”
- “Yo también aprendí a ver lo que hago bien sin preocuparme tanto por lo que hacen los demás.”
6. Refuerza la autoaceptación y la gratitud
Practicar la gratitud y el reconocimiento personal ayuda a que los niños aprendan a centrarse en lo positivo que tienen, sin necesidad de buscar validación externa.
Actividades prácticas:
- Crea un ritual diario o semanal donde cada uno diga:
- Una cosa que le gusta de sí mismo/a.
- Algo que logró durante el día.
- Una habilidad que disfruta practicar.
Ejemplos:
- “Hoy me gustó de mí que ayudé a mi amigo.”
- “Me sentí bien porque terminé mi tarea.”
- “Me encanta cómo toco la guitarra, aunque todavía estoy aprendiendo.”
Beneficios:
Este ejercicio refuerza la autoaceptación, la confianza personal y el aprecio por lo que somos. Además, disminuye significativamente las comparaciones con otros.
7. Comprende qué hay detrás de sus comparaciones
Cuando un niño o niña se compara frecuentemente con otras personas, es fundamental prestar atención a lo que hay detrás de ese comportamiento. Observar sus reacciones, escuchar sus comentarios y notar en qué situaciones ocurre, te dará pistas valiosas.
Cómo detectarlo:
- Fíjate con quién se compara: ¿Lo hace con niños que sobresalen en algo? ¿O con aquellos que tienen más dificultades?
- Escucha cómo habla de sí mismo/a: ¿Se muestra desanimado, frustrado, inseguro? ¿O quizá busca sentirse superior para compensar algo?
- Identifica cómo se siente después: ¿Se entristece? ¿Se enfada? ¿Pierde interés por lo que hace?
Ejemplo práctico:
Si tu hijo dice: “Pedro es mejor que yo en fútbol, yo soy muy malo”, en lugar de solo consolarle, intenta explorar con él:
- “¿Por qué crees eso?”
- “¿Cómo te hace sentir pensar así?”
- “¿Hay algo que sí disfrutes cuando juegas, aunque Pedro lo haga diferente?”
Por qué es importante:
Comprender la causa permite actuar sobre el origen y no solo sobre la consecuencia. Si sabes qué le está afectando, puedes ayudarle mejor a gestionar sus emociones y fortalecer su autoestima desde la raíz.
8. Permítele equivocarse y aprender de sus experiencias
Uno de los mayores regalos que podemos hacerles a nuestros hijos es dejarles experimentar y afrontar retos por sí mismos, aunque a veces se equivoquen. Cuando intentamos protegerles en exceso, sin querer, les privamos de oportunidades para descubrir de lo que son capaces.
Cómo fomentarlo:
- Evita resolverle todo: permítele intentar cosas nuevas, aunque tarde más o no le salga perfecto.
- Normaliza los errores: hazle ver que equivocarse es parte natural del aprendizaje.
- Valora su iniciativa: reconoce cuando toma decisiones, asume responsabilidades o busca soluciones.
Ejemplos prácticos:
- Cuando se equivoque en un dibujo o se equivoque al montar algo: “No pasa nada, es parte de aprender. ¿Quieres que lo intentemos de otra forma?”
- Si se frustra porque otro niño lo hace mejor: “Lo importante es que tú estás aprendiendo a tu manera. Cada intento te enseña algo nuevo.”
Por qué ayuda:
La autonomía y la resiliencia se construyen desde la práctica. Cuanto más experimentan por sí mismos, menos dependen de la comparación y más capaces se sienten de enfrentar desafíos.
Conclusión
Ayudar a nuestros hijos e hijas a dejar de compararse con los demás no es cuestión de un solo día, sino de un trabajo constante y consciente. A través de palabras, actitudes y pequeños gestos cotidianos, podemos sembrar en ellos la semilla de la autoaceptación, la seguridad y la confianza personal.
Recuerda, no se trata de evitarles todas las frustraciones, sino de darles herramientas emocionales y afectivas para que puedan gestionar esos momentos y valorarse tal como son.
Para quienes buscan una opción segura para sus hijos, el reloj inteligente con GPS y llamadas ofrece una alternativa al móvil, ayudando a padres y educadores a mantenerse conectados sin exponer a los menores a los riesgos del mundo digital.