La tecnología se ha convertido en una herramienta omnipresente en la educación, pero su influencia no siempre es positiva. Según un análisis de Rick Hess publicado en Education Week, el uso excesivo de dispositivos en las aulas puede estar afectando negativamente tanto la lectura como el aprendizaje. A continuación, desglosamos las claves del debate.
El impacto de la tecnología en la lectura
- Distracción constante:
Los dispositivos personales, como móviles, portátiles y relojes inteligentes, ofrecen múltiples formas de distracción para los estudiantes. Aunque parecen estar tomando apuntes o investigando, muchas veces están chateando, navegando en redes sociales o jugando.
- Menos libros completos, más lecturas breves:
La lectura en dispositivos fomenta la preferencia por textos cortos en lugar de libros completos. Esto priva a los estudiantes de la experiencia inmersiva que ofrece la lectura tradicional, reduciendo su capacidad de concentración y disfrute.
- Herramientas digitales ineficaces:
Las plataformas de evaluación online requieren que los estudiantes usen marcadores o herramientas de anotación digitales, que son menos intuitivas que las técnicas tradicionales, como subrayar o escribir en los márgenes. Esto añade una carga tecnológica que puede dificultar el aprendizaje.
Efectos en el aprendizaje y la enseñanza
- Cambio en las dinámicas de clase:
Los docentes deben dedicar tiempo a enseñar a los estudiantes cómo usar herramientas tecnológicas para pruebas y tareas, lo que resta tiempo a actividades más enriquecedoras.
- Influencia de las pruebas estandarizadas:
La creciente dependencia de las evaluaciones informatizadas ha llevado a muchos profesores a “enseñar a la tecnología”, adaptando su metodología a las exigencias de los exámenes en línea.
- Desafíos técnicos y sociales:
El acceso constante a dispositivos conectados fomenta una mentalidad multitarea que puede ser perjudicial para el aprendizaje profundo y la retención de información.
¿Qué pueden hacer las escuelas y las familias?
Rick Hess y Alex Baron, experto en estrategia académica, coinciden en que la solución no pasa por prohibir dispositivos, sino por encontrar un equilibrio. Proponen:
- Fomentar la lectura tradicional: Priorizar libros impresos y novelas completas para ayudar a los estudiantes a desarrollar una relación más profunda con la lectura.
- Reducir la dependencia tecnológica: Implementar aulas con menos tecnología y más interacción humana.
- Educar sobre el uso consciente de dispositivos: Enseñar a los estudiantes a gestionar su tiempo y evitar distracciones.
Además, para los padres que desean mantenerse conectados con sus hijos sin recurrir al uso de móviles u otros dispositivos, los relojes inteligentes con GPS y llamadas representan una opción práctica y segura, ya que permiten una comunicación eficaz, reduciendo la exposición de los menores a los riesgos del entorno digital.
Conclusión
Aunque la tecnología ofrece grandes oportunidades, su impacto en la educación debe evaluarse con cautela. Reducir el uso excesivo de dispositivos y fomentar hábitos tradicionales, como la lectura de libros en papel, puede ser clave para contrarrestar sus efectos negativos.