En un reciente artículo de El País, Noelia Muriel recoge las advertencias de María Couso, pedagoga y experta en neuroeducación, sobre los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos digitales en la infancia. Desde el retraso en el desarrollo del lenguaje hasta problemas de atención, la exposición temprana a pantallas puede generar consecuencias graves en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.
“Nos alarmamos por el uso que hacen los adolescentes de las pantallas, pero el problema comienza mucho antes: el 80% de los niños menores de dos años las usan a diario”, señala Couso. Además, destaca cómo la falta de juego tradicional está afectando la capacidad de los niños para regular sus emociones y desarrollar habilidades sociales.
Consecuencias del uso excesivo de pantallas
Estudios recientes han demostrado que la exposición prolongada a pantallas durante la primera infancia impacta en:
- Desarrollo del lenguaje: niños expuestos a pantallas antes de los dos años presentan un menor vocabulario y dificultades en la comprensión lectora.
- Atención y concentración: se observa un aumento de dificultades atencionales en las aulas, incluso en niños sin TDAH.
- Regulación emocional: usar pantallas para calmar rabietas impide que los niños aprendan a gestionar sus emociones de manera saludable.
- Desarrollo cognitivo: investigaciones han demostrado que el uso temprano de pantallas puede afectar la estructura del cerebro, impactando la mielinización de las áreas del lenguaje y la memoria.
- Impacto en la socialización: los niños que dependen de pantallas en lugar de juegos tradicionales pueden desarrollar dificultades en la interacción social y en la resolución de conflictos.
El uso de pantallas desde la cuna
Uno de los datos que más sorprende a la pedagoga es la aparición de capazos para bebés de 0 a 6 meses con adaptador para móviles. “Estamos normalizando cosas que deberían escandalizarnos”, denuncia Couso, quien compara el dar una pantalla a un bebé con ofrecerle un cigarrillo.
Según un estudio reciente, niños expuestos a pantallas antes del año de edad presentan un impacto notable en habilidades como el lenguaje, la motricidad fina y la tolerancia a la frustración. “No es solo cuestión de entretenimiento, sino de cómo influye en su desarrollo cerebral”, explica la experta.
Padres y educadores: el ejemplo es clave
Uno de los mayores predictores del uso de pantallas en los niños es el comportamiento de sus padres. “No sirve de nada decirles que no usen pantallas si nosotros no soltamos el móvil”, advierte Couso. La coherencia y la regulación del uso de dispositivos en el hogar son esenciales para fomentar hábitos saludables.
Además, los expertos recomiendan fomentar el juego analógico y la interacción cara a cara para desarrollar habilidades esenciales en la infancia. “Jugar no es solo entretenimiento, es la base del aprendizaje y la socialización”, enfatiza Couso.
A pesar de la preocupante situación actual, Couso se muestra optimista: “Igual que hemos cambiado nuestra visión sobre el tabaco, también podemos replantearnos el uso de las pantallas en la infancia”.
Conclusión
El impacto de las pantallas en la infancia es un problema que no podemos seguir ignorando. No se trata solo de restringir su uso, sino de comprender las consecuencias que tienen en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños. Como adultos, tenemos la responsabilidad de ser el ejemplo y de ofrecer alternativas más saludables, fomentando el juego, la interacción y el aprendizaje real. Si no tomamos medidas ahora, estaremos criando generaciones con dificultades para comunicarse, concentrarse y gestionar sus emociones. El cambio es posible, pero empieza en casa.