Es común que los padres creamos que nuestros hijos e hijas interpretan el mundo de la misma forma en que lo hacemos nosotros/as. Sin embargo, esta suposición rara vez se cumple, ya que los niños y niñas viven en un universo perceptual completamente diferente al de los adultos. Si reflexionamos, nosotros mismos hemos cambiado nuestra forma de entender las cosas a lo largo de los años. Lo que nos resulta lógico y racional hoy, quizá no lo era cuando éramos niños o adolescentes.
Cuando intentamos guiar a nuestros hijos/as, a veces nos parece que nuestras palabras caen en oídos sordos, porque ellos perciben, interpretan y responden de manera diferente. Y lo mismo ocurre en sentido inverso: los/as niños/as a menudo sienten que no somos capaces de comprender sus emociones, deseos o preocupaciones. Es como si habláramos en idiomas distintos. Este choque de perspectivas puede generar malentendidos y frustración, tanto en los padres/madres como en los/as hijos/as.
Los/as niños/as, al ser más impulsivos/as y vivir en el presente, no siempre pueden prever las consecuencias a largo plazo de sus acciones, lo que requiere la intervención y el acompañamiento de los adultos. Sin embargo, esto no significa que debamos descalificar sus pensamientos o emociones. La clave radica en poder escuchar activamente, respetar sus puntos de vista y empatizar con ellos/as, incluso cuando su visión del mundo difiera de la nuestra.
Cuando no logramos entender lo que nos están comunicando o reaccionamos de manera despectiva, como “eso no tiene sentido” o “estás exagerando”, los/as niños/as pueden sentirse incomprendidos/as, lo que a menudo se traduce en frustración o comportamientos problemáticos. En este contexto, es clave que los padres se acerquen a sus hijos/as con una mentalidad abierta y respetuosa, dispuestos a escuchar y validar sus emociones. De esta manera, se fortalece la relación y se fomenta un ambiente de confianza mutua.
¿Qué podemos hacer para que no se sientan así?
Aquí tienes estrategias prácticas para fomentar un entorno en el que tu hijo/a se sienta verdaderamente escuchado/a.
1. Practica la validación emocional en lugar de ofrecer soluciones inmediatas
Cómo aplicarlo: a menudo, los padres buscan resolver el problema inmediatamente, pero lo que el/la niño/a necesita es ser validado/a emocionalmente primero. Por ejemplo, en lugar de decir “No te preocupes, todo va a estar bien”, di algo como “Entiendo que esto te está haciendo sentir frustrado/a, es normal sentirte así”. Esto valida sus emociones y le ayuda a sentirse comprendido/a antes de buscar soluciones.
2. Refuerza la autonomía emocional de tu hijo/a
Cómo aplicarlo: ayuda a tu hijo/a a ser consciente de sus emociones y de cómo gestionarlas de forma autónoma. Puedes usar afirmaciones como: “Sé que es difícil, pero eres capaz de manejarlo” o “Estoy aquí para apoyarte, pero sé que puedes encontrar la forma de resolverlo por ti mismo/a”. Esto fortalece su autoestima y autonomía emocional.
3. Usa la técnica de la “escucha empática reflexiva”
Cómo aplicarlo: la escucha empática va más allá de escuchar. Consiste en hacer eco de lo que el/la niño/a expresa, pero con un matiz emocional. Si tu hijo/a te dice, “Estoy molesto/a porque no me dejan hacer lo que quiero”, podrías responder: “Parece que te sientes frustrado/a porque tus deseos no están siendo tomados en cuenta. ¿Es así?”. Esta estrategia ayuda a tu hijo/a a sentirse profundamente comprendido/a, mostrando empatía en lugar de simplemente ofrecer soluciones.
4. Practica la comunicación asertiva familiar
Cómo aplicarlo: fomenta un ambiente en el que toda la familia se exprese de forma asertiva. Explicarles a los niños/as la importancia de expresar sus pensamientos y emociones con frases como “Lo que siento es…” o “Yo pienso que…” les enseña a manejar sus emociones de forma constructiva y a sentirse validados/as.
5. Introduce el juego como herramienta de expresión emocional
Cómo aplicarlo: el juego es una de las mejores formas para que los niños/as procesen y expresen sus emociones. Actividades como juegos de rol, teatro o incluso juegos de mesa pueden servir como una vía indirecta para que el/la niño/a explore sus sentimientos y se sienta comprendido/a sin la presión directa de una conversación.
6. Reemplaza los juicios con curiosidad
Cómo aplicarlo: en lugar de juzgar sus emociones o conductas, usa preguntas curiosas para entender su punto de vista. En lugar de decir “No tienes razón en estar tan molesto/a”, podrías preguntar “¿Por qué crees que te sientes así? ¿Qué te haría sentir mejor?”. Este enfoque invita al/la niño/a a reflexionar y muestra que estás interesado/a en entender su perspectiva.
7. Fomenta el uso de afirmaciones positivas para el autocuidado emocional
Cómo aplicarlo: enseña a tu hijo/a a usar afirmaciones positivas que refuercen su autoconfianza, como “Soy capaz de manejar mis emociones” o “Mis pensamientos son importantes y valiosos”. Este tipo de afirmaciones fortalece la autoestima y les ayuda a sentirse más capaces de ser escuchados/as por los adultos.
8. Aplica la técnica de la “distorsión cognitiva positiva”
Cómo aplicarlo: ayuda a tu hijo/a a identificar pensamientos automáticos negativos y reemplazarlos por distorsiones más realistas. Si tu hijo/a piensa “Nadie me escucha nunca”, puedes mostrarle cómo cambiarlo a “A veces siento que no me escuchan, pero sé que puedo comunicarme mejor si me expreso con calma”. Esta técnica puede mejorar la forma en que se perciben a sí mismos/as y su capacidad para ser comprendidos/as.
9. El poder de la retroalimentación positiva específica
Cómo aplicarlo: cuando tu hijo/a se exprese de manera efectiva, asegúrate de ofrecer retroalimentación positiva específica. Por ejemplo, en lugar de simplemente decir “Lo hiciste bien”, di “Me gustó mucho cómo te expresaste cuando me contaste lo que pasó en clase, me ayudó a entender mejor tu punto de vista”. Esto fomenta la autoconfianza y el deseo de seguir compartiendo sus emociones.
Conclusión
El camino hacia una mejor comprensión emocional entre padres e hijos/as es un proceso continuo que requiere paciencia y prácticas conscientes. Aplicando estas estrategias innovadoras desde la psicología cognitiva, no solo mejorarás la comunicación, sino que también fortalecerás la autoestima de tu hijo/a, ayudándole a sentirse valorado/a y comprendido/a. Al crear un entorno emocionalmente seguro y empático, estarás formando una base sólida para su desarrollo emocional y social, donde pueda expresarse sin temor al juicio.