Imagina que estás en el supermercado, haciendo la compra, y de repente, tu hijo/a empieza a llorar, gritar y tirarse al suelo. La gente te observa. El ruido parece multiplicarse, y no sabes qué hacer. Estás tan avergonzado/a que te cuesta pensar con claridad. En ese momento, recuerdas lo que te dijeron en un taller sobre cómo manejar las rabietas: “Mantén la calma, valida sus sentimientos y ofrécele opciones.”
Decides probar algo diferente. En lugar de regañarlo/a o intentar razonar en medio de la tormenta emocional, te agachas y le dices suavemente:
“Entiendo que estés frustrado/a. Sé que querías ese juguete, pero no podemos comprarlo hoy. ¿Te gustaría caminar conmigo un rato o prefieres quedarte aquí un momento para calmarte?”
Parece un simple cambio, pero algo increíble ocurre. Tu hijo/a, entre sollozos, levanta la cabeza, se siente escuchado/a y, de repente, se calma. En cuestión de minutos, la rabieta termina, y tú sigues con tu día con una sensación de logro. La clave está en ofrecerle control en medio del caos.
Las rabietas en público son una situación común, pero desafiante, para los padres y madres. Además de la presión emocional que genera el ver a tu hijo/a en esa situación, las miradas y juicios de los demás pueden hacer que se sienta aún más incómodo/a. Sin embargo, con un enfoque adecuado, puedes manejar la situación de manera efectiva y ayudar a tu hijo/a a desarrollar habilidades emocionales que le servirán a largo plazo.
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1. Mantén la calma
El manejo de las rabietas en público comienza con una respuesta emocional equilibrada por parte de los padres y madres. La investigación en psicología infantil y emocional subraya que los padres que logran mantener la calma en situaciones de estrés ayudan a sus hijos/as a regular sus propias emociones. Los niños/as que observan a sus padres gestionar sus emociones de manera efectiva tienen menos probabilidades de desarrollar problemas de conducta y ansiedad.
Consejo rápido:
Si te sientes abrumado/a, respira profundamente y recuerda que tu hijo/a está aprendiendo de tu ejemplo. Los niños/as modelan las conductas emocionales de sus padres y madres, por lo que tu calma puede ser una herramienta poderosa para ayudar a tu hijo/a a calmarse.
2. Lleva a tu hijo/a a un lugar tranquilo
Los niños/as pequeños/as, especialmente los/as que están en la etapa temprana del desarrollo (entre los 2 y 4 años), tienen dificultades para regularse emocionalmente en ambientes estimulantes. El simple hecho de reducir la estimulación ambiental (ruidos, multitudes, colores intensos) puede facilitar que los niños/as logren recuperar el control de sus emociones más rápidamente.
Ejemplo práctico:
Llevar a tu hijo/a a un lugar más tranquilo no solo lo/la ayuda a relajarse, sino que también minimiza las distracciones externas que pueden intensificar la rabieta.
3. Valida sus sentimientos
La validación emocional es un componente clave en la gestión de las emociones de los niños/as. Cuando los padres y madres validan las emociones de sus hijos/as, estos/as desarrollan una mejor capacidad para comprender y manejar sus propios sentimientos. Validar lo que siente tu hijo/a no significa ceder a sus demandas, sino reconocer su experiencia emocional como legítima.
Consejo práctico:
Frases como “Entiendo que estés enojado/a, es frustrante no conseguir lo que querías” pueden ayudar a tu hijo/a a sentirse comprendido/a, lo que disminuye la intensidad de la rabieta.
4. Ofrece opciones sencillas
Ofrecer opciones claras durante una rabieta ayuda a tu hijo/a a sentir que tiene control sobre la situación, lo que es clave para su desarrollo emocional y psicológico. Cuando los niños y niñas tienen la oportunidad de elegir entre opciones sencillas, especialmente en momentos de frustración, tienden a desarrollar una mejor capacidad para autorregularse.
Ejemplo práctico:
“¿Te gustaría caminar conmigo un poco o prefieres quedarte aquí sentado/a?” Las opciones proporcionan un sentido de control y autonomía al niño/a, lo cual es esencial para la gestión emocional.
5. Refuerza el comportamiento positivo
El refuerzo positivo es fundamental para fomentar conductas adecuadas en los niños/as. Los niños/as aprenden observando las reacciones de los demás y las consecuencias de sus propios comportamientos. Reforzar comportamientos positivos, como calmarse durante una rabieta, fortalece la capacidad de un niño/a para tomar decisiones emocionales saludables en el futuro.
Frase útil:
“Gracias por calmarte. Ahora que estás tranquilo/a, podemos continuar y disfrutar del día.” Este tipo de refuerzo refuerza la idea de que la calma tiene consecuencias positivas, lo cual facilita la regulación emocional a largo plazo.
Conclusión
Manejar las rabietas en público no es fácil, pero con la estrategia adecuada, puedes transformar estos momentos en oportunidades de aprendizaje para tu hijo/a. Mantener la calma, validar sus emociones, ofrecerle opciones y reforzar su buen comportamiento son prácticas respaldadas por investigaciones científicas que no solo ayudan a manejar la situación de manera efectiva, sino que también contribuyen al desarrollo emocional saludable de tu hijo/a.
Recuerda que las rabietas son parte del proceso de aprendizaje emocional de los niños/as. Como padre/madre, tu objetivo es enseñarles a reconocer y manejar sus emociones, y estos pasos son una manera probada de hacerlo.