Mi hijo/a dice que no le quiero: causas y qué hacer paso a paso
Cuando un/a hijo/a dice: “Tú no me quieres”, muchas madres y padres sienten que se les parte el alma. Pero no lo dice para hacer daño. Lo dice porque, en ese momento, se siente desconectado/a emocionalmente. Tal vez frustrado/a, inseguro/a, incomprendido/a… y esa frase es su forma de expresarlo.
Este artículo te guía para entender por qué ocurre, qué hacer justo cuando lo dice y, sobre todo, cómo actuar para que no vuelva a pensar así.
Por qué los hijos/as dicen “no me quieres”
Aunque resulte doloroso, esta frase no suele tener que ver con el amor real que reciben, sino con cómo lo están percibiendo en ese momento. Estas son las causas más frecuentes:
Se siente emocionalmente desconectado/a
Puedes estar presente físicamente, pero emocionalmente ausente. Si no compartís tiempo de calidad o si siempre estás ocupado/a o distante, puede sentir que no cuenta contigo.
Recibe más correcciones que muestras de cariño
Si la mayoría de las interacciones giran en torno a normas, estudios o críticas, tu hijo/a puede interpretar: “Solo me valoran si lo hago todo bien”. Eso daña su autoestima y vuestra relación.
Está frustrado/a o herido/a y no sabe cómo expresarlo
Muchos niños/as y adolescentes aún no tienen recursos emocionales para decir: “Me siento solo/a” o “Estoy enfadado/a contigo”. En su lugar, lanzan una frase impactante para conseguir atención o desahogo emocional.
Qué hacer exactamente cuando te dice: “No me quieres”
La forma en que respondas puede reforzar esa idea negativa o desactivarla. No reacciones con enfado, reproches o sarcasmo. En lugar de eso, sigue estos pasos:
Paso 1: Mantén la calma
Evita responder con frases como: “¿Cómo puedes decir eso?” o “Después de todo lo que hago por ti…”. Son reacciones naturales, pero refuerzan su sensación de incomprensión.
Paso 2: Valida su emoción
Dile algo como: “Siento que te sientas así. No quiero que pienses que no te quiero”. Validar no significa dar la razón, sino reconocer cómo se siente.
Paso 3: Pregunta con apertura
Invita al diálogo con frases como: “¿Qué ha pasado para que pienses eso?” o “¿Qué necesitas de mí ahora?”. Eso abre un canal de comunicación.
Paso 4: Escucha sin interrumpir
Evita justificarte o entrar en defensa. Escucha de verdad, con atención plena, para comprender su necesidad emocional.
Paso 5: Asegura tu amor con hechos
Termina reafirmando tu cariño de forma clara y directa: “Te quiero muchísimo y me importa cómo te sientes. Vamos a mejorar esto juntos”.
Estrategias prácticas
Estas estrategias te ayudarán a fortalecer la relación con tu hijo/a y evitar que vuelva a sentir que no es querido/a. Todas están basadas en principios de psicología emocional, apego seguro y educación respetuosa.
Crea momentos diarios de conexión afectiva
Dedica al menos 15 minutos diarios en exclusiva para compartir con tu hijo/a, sin pantallas, sin tareas, sin prisas. Esos minutos de conexión emocional son una inversión en su bienestar.
Ejemplos prácticos:
- Preparar juntos la cena y hablar de cómo ha ido el día.
- Hacer una actividad que le guste: dibujar, jugar, ver un vídeo, pasear.
- Tener una rutina nocturna juntos: leer algo, contaros algo del día, compartir pensamientos.
Por qué funciona:
Estos momentos refuerzan el vínculo y permiten que el niño o la niña perciba que es importante para su madre/padre. La conexión regular previene sentimientos de abandono o falta de atención.
Refuerza el afecto en palabras y gestos
El cariño no debe darse por sentado. Es fundamental expresarlo todos los días, no solo en fechas señaladas o cuando se portan bien.
Ejemplos prácticos:
- Decir “te quiero” al despertar, al acostarse, sin motivo.
- Abrazarle aunque sea mayor (respetando su lenguaje corporal).
- Escribirle un mensaje positivo en una nota, servilleta o chat.
Por qué funciona:
Las demostraciones constantes de afecto consolidan la idea de que el amor es incondicional. Refuerzan la autoestima y reducen la necesidad de buscar atención negativa.
Reduce el foco en lo negativo y el control
Cambia el foco de las interacciones: menos órdenes y críticas, más reconocimiento y escucha.
Ejemplos prácticos:
- Si suspende un examen, en vez de decir “Otra vez no has estudiado”, prueba con: “¿Qué crees que ha pasado? ¿Cómo puedo ayudarte para el próximo?”
- Si se olvida de recoger, di: “Sé que estás a mil cosas. ¿Qué podemos hacer para que esto no se te pase?”
Por qué funciona:
Cuando tu hijo/a se siente valorado/a por lo que hace bien y no solo señalado/a por sus fallos, mejora su autoconcepto y su relación contigo.
Involúcrate emocionalmente, no solo en tareas
Participa en su mundo emocional. No basta con saber sus notas o su horario. Conoce también lo que le emociona, preocupa o ilusiona.
Ejemplos prácticos:
- Pregúntale por sus amistades, su serie favorita, sus miedos o sueños.
- Muestra interés por sus hobbies, aunque no sean los tuyos.
- Dale espacio para hablar sin corregir, opinar o interrogar.
Por qué funciona:
Tu hijo/a necesita sentir que es aceptado/a tal como es, no solo por lo que consigue. Esta implicación emocional fortalece la relación y previene distanciamientos.
Sé coherente: amor firme y límites claros
El cariño no está reñido con las normas. Pero los límites deben transmitirse con respeto y empatía.
Ejemplos prácticos:
- “Entiendo que te gustaría seguir jugando, porque lo estás pasando bien. Ahora es momento de descansar para cuidar tu cuerpo y tu mente. Mañana buscamos otro rato y seguimos. ¿Te parece bien?”
- “Veo que estás muy enfadado/a y eso está bien, todos sentimos eso a veces. Pero hablar así hace daño. Vamos a calmarnos un poco y después hablamos, porque quiero entenderte de verdad.”
Por qué funciona:
Los límites bien planteados enseñan autocontrol, y cuando van acompañados de afecto, no dañan el vínculo. Tu hijo/a sentirá que puede equivocarse sin perder tu amor.
Revisa tu lenguaje y tus gestos cotidianos
A veces el problema no es lo que dices, sino cómo lo dices. El lenguaje no verbal tiene un gran impacto emocional.
Ejemplos prácticos:
- Hablar sin levantar la voz, incluso en conflictos.
- Evitar frases irónicas como “Ya estás otra vez igual” o “Eres un drama”.
- Mirarle con interés, no con juicio.
Por qué funciona:
Un tono amable, una postura abierta y gestos cálidos comunican seguridad. Tu hijo/a sentirá que puede acercarse a ti incluso cuando hay tensión.
Conclusión
Cuando tu hijo/a te dice “no me quieres”, no está intentando herirte, está pidiendo ayuda. No busca tener razón, sino ser escuchado/a, comprendido/a y reconectado/a emocionalmente.
Si respondes con calma, validación, escucha y acciones concretas, no solo desactivas ese pensamiento, sino que refuerzas el vínculo para el futuro. Porque un/a hijo/a que se siente querido/a, es un/a hijo/a que se siente seguro/a.