A veces los niños/as hablan en voz muy alta. Aunque esto no siempre es un problema, cuando el volumen de su voz afecta la convivencia en casa o en lugares tranquilos, es momento de intervenir. En este artículo, te proporcionamos estrategias claras, fáciles de aplicar y prácticas para enseñarle a tu hijo/a a regular el volumen de su voz. Así sabrás exactamente qué hacer, sin frustraciones ni confusión.
¿Por qué mi hijo/a habla tan alto?
Antes de que puedas corregir el comportamiento, es importante entender por qué tu hijo/a habla tan alto. Aquí te explicamos algunas razones comunes y qué hacer en cada caso.
1. No es consciente de lo fuerte que habla
Los niños/as pequeños/as o aquellos/as con menos autocontrol no son plenamente conscientes de cómo modulan su voz. A menudo, su volumen varía según sus emociones o el ambiente.
Ejemplo práctico: imagina que tu hijo/a está jugando con sus amigos/as en casa, y se entusiasma mucho. Naturalmente, su voz sube de volumen, porque está emocionado/a. Esto es completamente normal.
¿Qué hacer?
Enséñale a tu hijo/a a ser consciente de su voz, incluso cuando está emocionado/a o jugando. Puedes comenzar con un ejercicio sencillo:
Ejercicio: cuando notes que está hablando alto, dile suavemente:
“¿Cómo podrías decir eso de una forma más tranquila?”
A continuación, pídele que repita lo mismo en un tono más bajo. Hazlo como un juego, para que se divierta mientras aprende.
2. Influencia del entorno familiar en su conducta
Si en casa se habla fuerte, es muy probable que tu hijo/a haya aprendido a hacerlo también. Los niños/as suelen imitar los comportamientos de sus padres y familiares cercanos.
Ejemplo práctico: si en casa tienden a hablar fuerte en momentos de entusiasmo o discusión, tu hijo/a puede estar replicando este patrón.
¿Qué hacer?
Sé un modelo a seguir. Cuando necesites hablar en un tono más alto, hazlo de forma controlada. Si respondes con calma, tu hijo/a aprenderá poco a poco a hacer lo mismo.
Ejercicio: mantén una conversación en voz baja con tu hijo/a para que vea cómo puedes hablar calmadamente en lugares tranquilos. Di algo como:
“Hoy vamos a hablar bajito, ¿puedes contarme sobre tu día de esta manera?”
3. Posibles dificultades auditivas
Los niños/as con problemas de audición a menudo no se dan cuenta de que están hablando más alto de lo normal porque no pueden escuchar bien su propia voz.
Ejemplo práctico: si tu hijo/a no responde cuando lo llamas, pide que repita las instrucciones o siempre sube el volumen de la televisión, podría tener problemas de audición.
¿Qué hacer?
Lleva a tu hijo/a a un/a especialista si sospechas que tiene problemas auditivos. Un simple examen de audición puede descartar o confirmar esta causa.
Estrategias efectivas para ayudar a tu hijo/a a hablar en voz baja
Ahora que sabes por qué tu hijo/a puede estar hablando en voz alta, veamos cómo puedes corregirlo. Aquí tienes algunas estrategias específicas y ejemplos prácticos que puedes aplicar día a día.
1. Crea una escala de volumen
Ayuda a tu hijo/a a entender la diferencia entre los distintos niveles de volumen de su voz. Hazlo de manera visual y divertida.
Ejemplo práctico:
Crea una cartulina o póster con una escala de 4 niveles de volumen que tu hijo/a pueda identificar fácilmente. Algo como esto:
- Nivel 1: Susurro (Usado para leer en la biblioteca o hablar durante el descanso).
- Nivel 2: Conversación normal (Para hablar en casa, con amigos/as o en familia).
- Nivel 3: Voz alta (Para jugar al aire libre o actividades deportivas).
- Nivel 4: Grito (Solo en emergencias).
Puedes colocarla en una pared visible y pedirle que se “autoevalúe” cada vez que hable. Pregúntale:
“¿En qué nivel estamos ahora?”
2. Utiliza claves visuales o verbales
Si tu hijo/a habla muy alto, usa señales no verbales para recordarle que debe bajar el volumen. Las señales visuales son mucho más efectivas que simplemente regañar.
Ejemplo práctico:
Si tu hijo/a comienza a hablar muy alto, levanta un dedo índice sobre tu boca, indicando “baja la voz”. O toca suavemente tu oreja para señalarle que debe escuchar su propio volumen.
Hazlo siempre con calma y paciencia, sin elevar tu tono de voz. Esto ayuda a que tu hijo/a no sienta que está siendo castigado/a, sino que simplemente está aprendiendo a ajustar su volumen.
3. Refuerza positivamente los logros
Es importante reforzar el comportamiento adecuado. Cuando tu hijo/a logre hablar en voz baja, felicítalo/a para motivarlo/a a seguir haciéndolo.
Ejemplo práctico:
Cuando tu hijo/a logre hablar en voz baja, di:
“¡Muy bien! Me encanta cómo hablas tan suavemente ahora. ¡Eso es exactamente lo que necesitamos!”
El refuerzo positivo lo/a anima a seguir usando el volumen adecuado.
4. No reforzar el comportamiento de hablar alto para llamar la atención
Si tu hijo/a eleva la voz para obtener tu atención, puede ser porque ha aprendido que hablar fuerte provoca una respuesta rápida. Sin embargo, reforzar este comportamiento con atención solo hace que lo repita.
Ejemplo práctico:
Si tu hijo/a comienza a hablar en un tono muy alto para llamar tu atención, en lugar de responder de inmediato, puedes esperar un momento a que se calme o haga una pausa. No se trata de ignorarlo/a, sino de mostrarle, con tu actitud tranquila, que cuando se expresa con serenidad es más fácil escucharlo/a y conversar.
Por ejemplo, si grita “¡mamá, mamá!” o “¡papá, papá!”, espera a que baje un poco la voz y entonces respóndele con amabilidad, reforzando el comportamiento calmado:
“Gracias por hablar de manera tranquila. Ahora te escucho mucho mejor.”
Este tipo de respuesta refuerza el comportamiento adecuado sin que el/la niño/a sienta que debe gritar para llamar tu atención.
5. Ofrecer espacios para liberar energía
Si tu hijo/a tiene mucha energía acumulada, es posible que utilice su voz alta para liberarla, especialmente si está en un ambiente cerrado. Para evitar que esto ocurra en lugares donde se requiere silencio, ofrécele espacios adecuados para liberar esa energía.
Ejemplo práctico:
Cuando tu hijo/a necesite expresarse con más libertad, invítalo/a a jugar en el parque o en el jardín donde pueda hablar, saltar, correr y gritar sin que cause molestias. Luego, recuérdale suavemente en casa:
“En el parque, podemos hablar fuerte y jugar. Pero en casa, necesitamos usar una voz más tranquila.”
Esto le da a tu hijo/a la oportunidad de liberar su energía y, al mismo tiempo, entender que en ciertos espacios se requiere un tono de voz más bajo.
6. Ejercicios de respiración para controlar la voz
Los ejercicios de respiración profunda son una excelente manera de ayudar a tu hijo/a a controlar su tono de voz, especialmente si se emociona o se pone nervioso/a. Estos ejercicios le permiten calmarse y modular su volumen.
Ejemplo práctico:
Enséñale a tu hijo/a a respirar profundamente cuando se sienta muy emocionado/a o se ponga nervioso/a. Un ejercicio sencillo puede ser el siguiente:
- Inhalar por la nariz durante 3 segundos (como si estuviera oliendo una flor).
- Sostener la respiración durante 2 segundos.
- Exhalar por la boca lentamente durante 4 segundos (como si estuviera soplando suavemente).
- Repite esto varias veces hasta que su respiración se calme y su tono de voz se vuelva más suave.
Podéis hacerlo juntos/as en forma de juego, como si estuvieran “inflando un globo” con la respiración. Practícalo en casa y también cuando notes que se está emocionando demasiado en situaciones donde necesita hablar con un tono más bajo.
7. Establece un vínculo con tu hijo/a desde la calma
Muchas veces, los gritos de un/a niño/a no son más que una manera de decir “¡mamá/papá, estoy aquí!” y de buscar la atención del adulto. En lugar de responder con más gritos, acércate a él/ella, colócate a su nivel, míralo/a a los ojos y reconoce su necesidad de sentirse visto/a y parte del entorno.
Cuando logres crear ese vínculo tranquilo, puedes explicarle que también puede ser escuchado/a si se expresa con un tono más bajo, y que hacerlo así fomenta una comunicación más respetuosa con los demás.
Conclusión
Ayudar a tu hijo/a a regular el volumen de su voz no solo mejora la convivencia en casa, sino que también le enseña habilidades importantes de autocontrol y comunicación respetuosa. Con paciencia, ejemplo y herramientas prácticas, puedes acompañarlo/a en este proceso de forma positiva y amorosa. Recuerda: cada niño/a aprende a su ritmo, y con tu guía, desarrollará la capacidad de expresarse con claridad y consideración hacia los demás.