El sedentarismo entre los adolescentes es un problema de salud pública que no deja de crecer, con consecuencias alarmantes para su bienestar físico y mental. Tal como informa Adrián Cordellat en su artículo publicado en El País, la combinación del abuso de pantallas y un entorno urbano que no fomenta la actividad física está contribuyendo de manera significativa a esta preocupante tendencia. Estudios recientes no solo confirman esta relación, sino que además revelan patrones de comportamiento que pueden tener efectos a largo plazo en la salud de los jóvenes.
El impacto de las pantallas en la vida de los adolescentes
Un estudio internacional publicado en la revista científica International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity (2024) muestra que el simple hecho de tener una cuenta en redes sociales está vinculado a un aumento del tiempo sedentario, tanto en chicos como en chicas. Según Ana Queralt, investigadora de la Universitat de València, los adolescentes dedican entre 8 y 10 horas diarias a actividades sedentarias, incluyendo televisión, videojuegos y el uso de dispositivos electrónicos.
Estos hábitos, que comienzan a una edad temprana, van de la mano de otros comportamientos perjudiciales. Según el estudio PASOS, liderado por la Universidad Politécnica de Madrid, los adolescentes españoles no solo pasan demasiadas horas frente a las pantallas, sino que también muestran una menor adherencia a la dieta mediterránea, duermen menos de lo recomendado y presentan altas tasas de sobrepeso y obesidad. Estos factores generan un efecto acumulativo que deteriora su salud física y mental.
Sedentarismo y salud mental: una conexión alarmante
El tiempo excesivo frente a pantallas no solo desplaza la actividad física, sino que también puede afectar la salud mental de los adolescentes. Investigaciones recientes señalan que el abuso de pantallas, combinado con bajos niveles de actividad física, incrementa el riesgo de síntomas de ansiedad y depresión. Aunque algunos jóvenes realizan suficiente actividad física, los altos niveles de sedentarismo pueden contrarrestar los beneficios de moverse. Esto se conoce como “efecto de interferencia”, según explica Queralt.
El entorno urbano y su papel en el sedentarismo
La configuración de las ciudades también influye significativamente en los niveles de actividad de los adolescentes. Según el estudio publicado en International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, los jóvenes que viven en barrios con acceso a parques, instalaciones deportivas y buena seguridad vial pasan menos tiempo frente a pantallas. Sin embargo, estas condiciones suelen ser más comunes en barrios de clase media-alta, lo que agrava las desigualdades entre diferentes niveles socioeconómicos.
El profesor Julio Álvarez Pitti, de la Asociación Española de Pediatría, advierte que existe un “desplazamiento”: el tiempo dedicado a las pantallas sustituye a la actividad física. Según datos del estudio PASOS, este fenómeno es más evidente a medida que los niños crecen y entran en la adolescencia, reduciendo significativamente su tiempo de juego activo y aumentando el tiempo sedentario.
Consecuencias futuras y posibles soluciones
El impacto del sedentarismo en los adolescentes no debe subestimarse. Además del sobrepeso y la obesidad, el tiempo prolongado frente a pantallas y la falta de actividad física pueden tener consecuencias graves en la salud a largo plazo, como un mayor riesgo de enfermedades crónicas y trastornos de salud mental. Para revertir esta tendencia, es fundamental involucrar a todos los actores sociales.
Ana Queralt sugiere que las políticas públicas deberían centrarse en fomentar entornos urbanos más saludables, con mejor acceso a parques, zonas verdes e instalaciones deportivas. Además, las familias, instituciones educativas y empresas tecnológicas tienen un papel crucial en reducir el tiempo frente a pantallas y promover actividades más saludables.
Por otro lado, es vital que estas medidas tengan en cuenta las diferencias socioeconómicas. Los barrios más desfavorecidos necesitan inversiones que faciliten el acceso a recursos que fomenten la actividad física, mientras que las familias deben ser educadas sobre la importancia de equilibrar el uso de la tecnología y el tiempo activo.
Conclusión
El abuso de pantallas y la falta de entornos urbanos adecuados están provocando un incremento alarmante del sedentarismo en los adolescentes, con efectos negativos tanto en su salud física como mental. Este problema no solo afecta a los jóvenes a nivel individual, sino que tiene implicaciones sociales más amplias, como el aumento de desigualdades socioeconómicas. Actuar desde todos los frentes —familias, políticas públicas, urbanismo y tecnología— es esencial para romper este círculo vicioso y fomentar hábitos más saludables que aseguren un futuro mejor para las nuevas generaciones.