Entiende por qué tu hijo/a no quiere dormir
1. Lo estás acostando muy tarde (aunque no lo sepas)
Los/as niños/as producen melatonina, la hormona del sueño, en su punto máximo entre las 18:00 y 20:00. Si los/as acuestas después de esa hora, están demasiado cansados/as… y cuanto más cansado/a está un/a niño/a, más le cuesta dormirse.
Ejemplo: si lleva semanas durmiéndose a las 22:30, no va a empezar a dormirse a las 20:00 de un día para otro.
Qué hacer:
- Adelanta la hora de dormir de 10 a 15 minutos cada 3 días.
- Asegúrate de que duerme al menos 10–12 horas por noche.
- Ajusta las siestas según su edad y señales de sueño.
2. Falta o exceso de actividad durante el día
Si no quema energía durante el día, no tendrá sueño por la noche. Pero si corre o juega intensamente justo antes de dormir, estará demasiado activado/a.
Ejemplo: saltar en el sofá tras la cena es una receta para el insomnio.
Qué hacer:
- Asegura actividad física por la tarde: parque, bicicleta, paseos.
- Desde las 18:00, propón juegos tranquilos: dibujar, hacer manualidades, cuentos.
- Evita ejercicio físico intenso una hora antes de dormir.
3. Exceso de estimulación antes de dormir
Las pantallas (móvil, tablet, TV) emiten luz azul, que frena la producción de melatonina. Además, los juguetes con luces y sonidos estimulan el cerebro.
Ejemplo: ver dibujos justo antes de la cama es como tomar un café antes de dormir.
Qué hacer:
- Apaga pantallas al menos 90 minutos antes de dormir.
- Retira juguetes ruidosos o con luces.
- Usa iluminación suave en casa desde la cena.
4. Ambiente nocturno inadecuado
Una habitación desordenada, con demasiada luz o ruidos, no favorece el descanso.
Ejemplo: si hay juguetes por el suelo o luz fuerte, no hay sensación de calma.
Qué hacer:
- Ordena la habitación antes de dormir.
- Usa luz tenue al acostarlo/a y oscuridad total al dormir.
- Si hay ruidos exteriores, utiliza ruido blanco (ventilador, sonidos de naturaleza).
5. Falta de rutina o una rutina que no funciona
Los/as niños/as necesitan rituales repetitivos para saber qué viene después. Si cada noche es diferente, su cuerpo no entiende cuándo es momento de dormir.
Ejemplo: si un día hay baño antes de cenar, otro después y otro no hay, no hay previsibilidad.
Qué hacer:
- Crea una rutina nocturna de 30-45 minutos, siempre igual.
- Ejemplo práctico:
20:00 – Cena
20:30 – Juego tranquilo
20:45 – Baño
21:00 – Pijama y dientes
21:10 – Cuento
21:30 – Dormir
- Deja que el/la niño/a elija entre dos cuentos o pijamas: así se siente parte de la rutina.
Recuerda: no se puede pasar del juego al sueño en cinco minutos. El cuerpo y la mente necesitan una transición suave.
Idea práctica: prepara una “caja mágica de dormir” con un cuento, una crema para masajes, un/a peluche y una linterna. Cada noche, abrís la caja juntos/as y seguís la rutina. Se convierte en un momento especial que indica claramente que ha llegado la hora de dormir.
Otro consejo importante: refuerzo visual positivo
Los/as niños/as adoran ver sus logros. Usa una tabla de rutina con pegatinas, caritas o colores.
Qué hacer:
- Coloca una tabla visual en su habitación con los pasos de la rutina.
- Si completa todo sin protestar, puede elegir el cuento del día siguiente o ganar un pequeño premio semanal (como un plan especial con mamá o papá).
Importante: no uses castigos si no lo consigue. El objetivo es motivar, no presionar.
¿Qué puedes hacer hoy?
Aquí tienes un plan sencillo para empezar desde hoy mismo:
- Observa sus señales de sueño.
- Diseña una rutina clara y repítela durante 7 días seguidos.
- Apaga las pantallas 90 minutos antes de dormir.
- Dale opciones dentro de la rutina (cuento, pijama, orden).
- Crea un ambiente tranquilo y oscuro en su habitación.
- Refuerza con una tabla visual o con un ritual emocional.
- Adelanta la hora de dormir poco a poco si se está acostando demasiado tarde.
- Mantén todo igual durante la semana.
¿Y si nada funciona?
Si después de dos o tres semanas de constancia no hay mejoras:
- Consulta con el/la pediatra para descartar causas médicas (como ansiedad, TDAH…).
- Considera apoyo profesional: un/a psicólogo/a infantil cognitivo-conductual puede ayudarte a implementar estrategias personalizadas.
Conclusión: dormir mejor es posible
Los/as niños/as pueden aprender a dormir bien con ayuda, estructura y mucho cariño. No hay trucos mágicos, pero sí rutinas que funcionan. Con paciencia y constancia, las noches pueden transformarse en un momento tranquilo, de conexión y descanso para todos/as.